Los síntomas físicos pueden generar estrés y problemas emocionales. Por ejemplo, los niños con diarrea no llegan a tiempo al baño, sientiéndose avergonzados. Posteriormente el niño ya no desea ir a la escuela o jugar con sus amigos.
Algunos niños o niñas pueden ingerir menos alimentos por el temor al dolor que acompaña a la digestión. Esto produce pérdida de peso.